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El error más común en fotografía gastronómica (y cómo evitarlo)

fotografía gastronómica

¿Alguna vez sentiste que tus fotos de comida no reflejan lo bien que luce el plato en la vida real? Sombras duras, colores apagados o luces que aplanan la textura son fallos muy frecuentes al iniciarse en fotografía gastronómica. Y detrás de casi todos ellos suele haber un mismo error: usar luz directa sin difuminarla.

La luz directa —ya sea natural o artificial— puede arruinar rápidamente una escena si no la controlas. La buena noticia es que, con algunos ajustes muy sencillos, puedes transformar por completo el resultado y conseguir fotos mucho más atractivas y profesionales.

1. Usa un difusor: el primer paso para controlar la luz

Cuando la luz incide directamente sobre el plato, aparecen sombras duras y brillos molestos. La solución: suavizarla con un difusor.
No hace falta gastar dinero: una tela blanca, papel de hornear, una cortina translúcida o incluso papel vegetal cumplen perfectamente.
Coloca el difusor entre la fuente de luz (ventana o lámpara) y el plato. Este pequeño ajuste hará que la iluminación sea uniforme, reduciendo las sombras y dejando que los colores y texturas se vean más naturales.

2. Aprovecha la luz natural, pero contrólala

La luz natural es una gran aliada, aunque también puede jugar en contra si no se controla. Evita que el sol dé directamente sobre la comida. Lo ideal es colocar el plato junto a una ventana y suavizar la entrada de luz con una cortina fina o un difusor casero. Así mantendrás la luminosidad, pero con un resultado mucho más equilibrado.

3. Juega con la dirección de la luz

La dirección lo cambia todo. Una luz lateral resalta texturas —como la corteza de un pan, el glaseado de un pastel o los ingredientes de una ensalada—. Una luz trasera puede dar un aire más dramático o resaltar transparencias, como en bebidas o sopas. Experimentar con distintos ángulos es la clave para encontrar la mejor narrativa para cada plato.

Bonus: la práctica lo es todo

Como en cualquier disciplina creativa, la fotografía gastronómica es un proceso de prueba, error y aprendizaje. Cada sesión es una oportunidad para mejorar tu ojo y tu control de la luz. Con paciencia y práctica, pronto notarás cómo tus fotos empiezan a reflejar la esencia real del plato.


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