En fotografía gastronómica, un buen plato no garantiza una buena foto. El sabor puede ser increíble, los ingredientes estar perfectamente preparados, pero si la composición no funciona, la imagen no transmite lo que queremos. Porque sin composición, no hay historia visual.
La composición es la herramienta que ordena los elementos en la escena, captura la atención, guía la mirada y crea una imagen que conecta. En el estudio siempre partimos de ahí, porque es lo que define la narrativa de cada foto. Si quieres mejorar tus composiciones, aquí tienes tres principios básicos que usamos en cada sesión.
1. La regla de los tercios
Es uno de los primeros conceptos que conviene aprender. Imagina dividir tu encuadre en nueve partes iguales con una cuadrícula de tres filas y tres columnas. El truco está en colocar el elemento principal (el plato, un ingrediente, el punto de atención) sobre esas líneas o intersecciones.
Este simple ajuste genera equilibrio visual, hace que la foto se sienta más natural y evita composiciones rígidas o aburridas.
2. Dirección visual
Una foto no es estática: incluso en una imagen fija, podemos guiar la mirada. Para eso usamos líneas visuales dentro de la escena: una cuchara que apunta hacia el plato, una servilleta sutilmente colocada, los bordes de una tabla o el ángulo de una copa.
Estos pequeños gestos dirigen el ojo y lo llevan justo hacia donde queremos.
3. Espacios negativos
No es necesario llenar todo el encuadre. El vacío también comunica. Bien utilizado, aporta elegancia y claridad.
Los espacios negativos permiten que el protagonista respire dentro de la escena, ordenan la composición y refuerzan el foco en lo importante. Aprender a usar el vacío con intención transforma por completo la estética de una foto gastronómica.
Conocer las reglas para saber cuándo romperlas
No se trata de seguir estas normas al pie de la letra en cada foto. La clave está en entender cómo funcionan para usarlas con criterio… o romperlas cuando el proyecto lo pide. Cada marca, cada plato y cada historia visual tiene su propio lenguaje, y la composición es la herramienta para construirlo.
En el estudio trabajamos cada toma con esa lógica: no buscamos solo que el plato se vea bien, queremos que la foto cuente algo, conecte e invite a imaginar la experiencia.
👉 Si quieres llevar tus fotos gastronómicas al siguiente nivel y aprender a aplicar estas reglas (y romperlas con estilo), escríbeme. Te ayudaré a crear imágenes que no solo muestren comida, sino que transmitan emociones y vendan experiencias.

